El Polo

21 Aug 20    Male Retes

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 En pocas líneas, cuatro jugadores contra cuatro, dos referís, varios caballos por jugador, un campo que equivale a cuatro campos de fútbol, dos porterías y un señor con bandera en mano que la levanta si la bocha, de madera o plástico, pasa entre los dos “ mimbres ”  o señala a los costados si no ha sido gol.

  Así de simple y sin embargo mucho más complejo si hablamos del jugador que “lleva la línea”, de handicaps, de chukkers, de patrones y contratos, de profesionales, sponsors, petiseros, pilotos, crías y clones de caballos. Todo un mundo con sus protagonistas, su léxico propio y sus escenarios siempre verdes, siempre amplios, siempre suaves y apetecibles para sentarse a mirarlo.

 

 El polo nació en Sotogrande al lado del mar; la cancha de la playa en la que el césped se mezclaba con la arena y el juego se miraba sin moverse de la orilla no se ha olvidado nunca entre aquellos que tuvieron el lujo de disfrutarla. 

 Se trasladó más tarde a un margen del Río Guadiaro, y cruzó luego al otro margen para quedarse donde lo vemos hoy, en las canchas de Los Pinos. Allí el polo se transformó en evento, en excusa, en pretexto para pasar la tarde perfecta, para ver y ser visto, para tomar una copa, para sentarse en una mesa con amigos a escuchar música en vivo, para pasear por las tiendas de modelos exclusivos y visitar el pabellón que se nutre de artistas, de pequeñas muestras y presentaciones de productos.

 

 El polo en Sotogrande es una mezcla de sentidos que lo hacen inevitable, guste o no el deporte.

 

Para todos hay espectáculo: para algunos la mirada se centra en el campo, en cada jugada, en la falta que se produce, en la velocidad de determinado caballo que es hijo de determinada yegua y que conocen por el nombre con increíble precisión de detalles. Para otros, aunque todos los caballos sean iguales, el espectáculo está en el sonido del galope que se acerca, en el grito de gol, en los acentos mezclados, en las palabras al vuelo que brotan de la cancha como aullidos apenas descifrables que por algún motivo, emocionan. Cómo emociona el locutor, el Chino Etcheverry, que transforma cada jugada en importante por el suspenso que genera, por los sobrenombres, los slogans, todo lo que hace que los asiduos a la cancha sepan que Randy pone la música que le imprime ritmo a esa pasarela que es el cruce de público de una cancha a otra.

 

 Hay espectáculos para los chicos, que saben que en el polo hay zona infantil, y posibilidad de entretenerse trepando, conduciendo karts, tomando helados o consiguiendo que los padres compren algodón de azúcar. Los más afortunados conseguirán una bocha para jugar al polo corriendo o pedir un autógrafo a los jugadores al terminar el partido.

 

 Hay espectáculo de moda, porque desde aquel tiempo en el que el polo dejó la playa, se vistió de gala en cada asistente que elige cuidadosamente el atuendo para asistir a las tardes de los Pinos.

 

 Y sin embargo, el deporte de Reyes o el rey de los deportes es mucho más que eso.

 Se mueve también en sitios circundantes a Sotogrande generando un vaivén de caballos, prácticas, torneos de un día, polo de niños que desde los cuatro años montan a caballo y sostienen un taco. 

 

 Sitios que invitan al principiante, a aquel que quiere saber qué se siente jugándolo, que pretende tomar una clase de un solo día y calzarse las botas y el casco como una experiencia que muy probablemente se vuelva pasión.

 

El polo trae a la zona costumbres e introduce una jerga que se mezcla con la nativa para crear un nuevo dialecto. Desde sudamérica y el resto de Europa, llega en diferentes formas para llenar el área de cultura ecuestre. Los pueblos de la zona lo viven de cerca, alojan allí a sus representantes de diferentes lugares del mundo y le brindan todo lo que solo el andaluz sabe dar, haciendo que se sienta en casa lo cobija y se empapa de sus costumbres.

 

 El polo vino y se quedó, fue primero diversion y después trajo todo lo demás: espectáculo de nivel, competición, cultura, diversidad, fiestas, protagonistas únicos, inversiones y un sello que define a Sotogrande como uno de los mejores centros de Polo del mundo.

 

Fotos: @snoopypolo


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